Nombre: SON CALÓ
En Miquel
Oliver dicen, llevan el vino en la sangre. Bodega centenaria de la DO Pla i Llevant (Mallorca) creada en 1912 por Melchor Oliver, hoy día es representada por Miquel y Pilar, la
tercera y cuarta generación, aportando cada uno un punto de vista moderno sobre
la viña sin perder las raíces. Las bodegas están situadas en el municipio de Petra en Mallorca, es muy interesante leer parte de la historia de esta
bodega, ya que esos cien años están representados hasta en pinturas de las
paredes, donde en la época de los bombardeos, era un improvisado refugio para
la gente del pueblo, prueba de la relación con el pasado que aun guardan.
Pues la primera impresión que me llevo
con esta bodega no puede ser mas positiva, Son
Caló es un vino joven coupage de Callet
y Fogoneu, dos uvas que hasta la
fecha me eran desconocidas, por lo que he podido leer sobre una de ellas, las
impresiones que me ha dado me dejan en la opinión de que si, la Fogoneu se parece a la Gamay.
Para los interesados la Gamay es la uva que se utiliza para
crear los famosísimos Beujalois Nouveu,
un vino de maceración carbónica francés, que lejos de su leyenda lo que guarda
es una exquisita labor comercial ejercida desde hace decenios, siempre he sido
de los que creen que, sin menospreciar a los Beujalois, pero aquí se hacen exquisitos vino de maceración carbónica
que nada deben envidiar.
Dicho esto, Son Caló no es un vino de maceración carbónica, pero si un
delicioso exponente del cariño que tiene en esta bodega por acentuar las uvas autóctonas,
la Fogoneu se hace notar por encima
de su más delicada compañera y nos brindan un ensamblaje, divertido pero con notas
de seriedad, un equilibrio muy bonito.
Vayamos al vino pues, así os describiré
las sensaciones que puede aportar este:
En copa tiene un bonito color rojo
picota con reflejos azulados, debido a su juventud.
En nariz es discreto o tímido, un pequeño
goloso que juega con nosotros, ya que solo nos muestra una porción de lácticos,
fruta negra y un recuerdo a tostados, todo muy leve pero bien marcado.
En boca es una pasada, torrente de
juventud, lácticos a yogur de fresa y fruta roja, fresca, alegre, chispeante y
no por carbónico, no, por varietal. Una alegría que se equilibra con especias y
un recuerdo a sotobosque muy al fondo, la acidez esta bien integrada y el retro
nasal nos devuelve esa fruta tan alegre.
Vino de trago largo, se paladea,
permanece, se deja querer y mucho, vino de repeticiones, vino que si no te das
cuenta te hallaras descorchando otra botella, porque si.
Imprescindible tener un mínimo de tres botellas,
juntar a cuatro amigos o familiares, tener una tabla de embutidos y quesos,
sentarte cómodamente, dejar que el sol se quede tras la sombrilla, enfriar un
pelo este vino y a disfrutar rato largo, porque las comidas/reunión de verano
tienen eso, se sabe cuando empiezan nunca cuando acaban y vinos como este hacen
de ellas una delicia.
Señores disfrútenlo, porque yo… Ya lo
he hecho!
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