Nombre: FINO SEGUNDA BOTA
Añada: 2008 (aprox)
Denominación
de Origen: MONTILLA MORILES
Uva: Pedro Ximenez
Productor: Bodega Delgado
Otra joya más de Bodega Delgado, esta vez para abrir
Agosto e intentar dar regularidad al blog, sorry. Ya os hablé de Bodega Delgado con su Fino Manolo.
Fino que cumplía sobradamente y más bajo ese precio, de risa. Hoy toca el Fino de
Segunda Bota, un fino sorprendente. Con siete años de crianza bajo velo de flor,
equilibrio y malabarismos. Para los no iniciados, el velo de flor es la forma
denominadora de una capa de levaduras que protegen al vino, creando lo que se
conoce como una crianza biológica. Visto esto, mantener más allá de cuatro o
cinco años esta capa se me antoja un prodigio. Una vez hablando con un
trabajador de Bodegas Tradición, me explico un poco como conseguirlo y aun así,
me parece brujería.
Como no, un vino 100% Pedro Ximenez de Montilla. La diferenciación
con el Marco es palpable (degustable) en el varietal, al final no sabes cuál te
gusta más o menos. No voy a entrar en esa tontería, pero los vinos de Montilla
a mí me fascinan por igual. Este Fino de Segunda Bota, tiene una nomenclatura
rara. No o se explicar que es un fino de segunda bota, incluso tirando de
recursos (amiguetes) no lo he hallado. Si algún día hablo con la bodega,
saldremos de dudas o si alguien quiere aportar conocimientos, bienvenido.
Pero vamos al vino y que nos puede aportar, porque a fin
de cuentas es de lo que se trata:
A la vista ofrece, un amarillo trigo dorado.
Limpio, brillante, algo glicérico a los bordes y de lágrima uniforme.
Nariz algo cerrada al principio, una buena oxigenación le
va bien. Notas oxidativas, fruta exótica sobremadurada, tocando a su fin.
Aceite de bacalao, la cerilla cuando apaga. Ahumado, levaduras y piña madura,
acida, jugosa. La complejidad es su definición, pasa el rato y aparece una nota
química, alcohol alcanforado. Raruner.
En boca tiene un paso sedoso. Untuoso. Amarga entrada,
muy vegetal. Cítricos tirando a químico. Muy seco, largo. Bollería, quesos
azules. Frutas exóticas, ahumados y un final mineral. Brutal. Otro paso trae
recuerdos de barro, yeso y ceniza… me enamora.
La Pedro Ximenez cuando se lo propone, ofrece unos
matices más raros que un perro verde. Un vino masticable, muy gastronómico que dirían.
Con quesos es una exquisitez, pero de esos barbaros, cortezas lavadas, blandos
y mohosos, ya sabéis. También me atrevería con alguna carne, tipo entraña o vacío,
un buey bien maduro, etç. Vinazo por muy poco, cosas de Montilla… disfrútenlo,
porque yo:
Ya lo he hecho!
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