Nombre: LA HUELLA DE
ADARAS 2009
Añada: 2009
Denominación de Origen: ALMANSA
Uva: 60%Garnacha
Tintorera/ 30%Monastrell/ 10%Syrah
Productor: Bodegas Almanseñas
Cuando
empecé el blog (hace ya siete meses de eso) uno de los vinos que me entusiasmo,
fue para ser más concretos la tercera ficha, el Aldea
de Adaras un gran joven de Bodegas
Almanseñas.
Un
vino que mostraba el carácter de la Monastrell
en otra de las DO, en las que se suele hacer y con mucha clase. Esta vez es un
hermano mediano (aunque es el primer vino que hicieron) el que os presento, La Huella de Adaras, uno de los
principales pilares de esta bodega junto a Adaras
y La Vega de Adaras. En este caso es
un vino tinto con un coupage de Garnacha
Tintorera, variedad muy presente en el Levante
y que a mi precisamente me encanta, con Monastrell y Syrah, de
esta última me interesaría ver cómo quedaría un monovarietal por esa zona.
En
La Huella de Adaras, la Garnacha
Tintorera es la que tiene más protagonismo, cosa que se hace notar. Es un vino
que tiene 11 meses de crianza entre tinas de acero inoxidable y barricas de
roble. Esto último lo he podido averiguar navegando por ahí, ya que la web en
concreto no se pronuncia, así que si alguien me puede echar una mano, se
agradece.
Con
una muy buena RCP, estamos ante un vino hecho a conciencia, vino que demuestra
la potencia de sus variedades en Almansa,
que lejos de domarse en madera, la engaña y le dice que lo acompañe, es el primogénito
de la bodega, el que abrió paso a los demás, el que le dijo a la gente: Eh! Que
estamos aquí! El que pico piedra, pero siempre da la mano de sus creadores y su
tierra, y eso, se nota. Vamos a dar voz a este vino, que año tras año llega
para seguir dándose a conocer.
En
copa muestra un color rojo picota muy profundo, con tonos violáceos.
En
nariz es una bestia parda, muy gruesa e intensa, ataca con frutos negros licorosos,
acompotados y una regaliz muy potente, seguidos de especias como la pimienta y
el clavo. Un segundo paso deja entrever aromas de sotobosque, cedro y resinas.
En
boca es una chulada, te tiñe de frutos del bosque el paladar, pinta tus papilas
hasta la saciedad y hay una que se adivina por encima de las demás, el madroño!
Con ese sabor tan característico de fruto rojo salvaje y una punta de licor en
plena madurez. Compota de ciruelas y moras también, señores la sensación seria,
como tomar esos Eau de Vie de Cassis, vamos aguardientes de Cassis pero en
seco, sin esa punta de dulzor, mucha clase la fruta de este vino. Sigue
acompañado de pimienta blanca, regaliz, mentolados y sotobosque. La acidez esta
equilibrada y los taninos son apenas perceptibles. Ahumados y tostados hacen su
aparición, junto a un leve deje de caramelo, una delicia.
Vino
opulento, carnoso y jugoso, absténganse los seguidores de vinos tánicos, de
corte fiel a la fruta roja con madera, a los envejecimientos y crianzas típicas,
aquí la fruta salvaje de bosque se desmelena y presenta como actriz principal,
una elfa del bosque que reclama su puesto en el reino del gusto.
Maridara
a la perfección con embutidos, quesos curados, carnes rojas y yo me voy a
decirle a mi suegra, que me prepare unos callos, que este vino se los merece!
Buscadlo,
compradlo y volved a compradlo, repetid
ya que el precio lo permite y ante todo, disfrutadlo, porque yo:
Ya
lo he hecho!
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